Mientras Taichi y Fuwa vivían momentos emocionantes en el escenario de la juventud…
En una habitación oscura con un significado enigmático, una joven observaba fotos tomadas clandestinamente en su teléfono móvil. La luz azulada proveniente de la pantalla de 6 pulgadas iluminaba su rostro en la penumbra de la habitación.
—Hmm…
Sin preocuparse por su vista futura, la joven entrecerró los ojos frente a las fotos en su teléfono, murmurando con indiferencia.
En la tenue luz que bañaba la habitación, se podía ver el contorno de la joven. Con el cabello negro recogido en un moño para dormir, lucía una vestimenta poco convencional de camisón y pantalones, propia de su habitación y que la dejaba sin defensas.
Con la tenue luz que la iluminaba, sus ojos entrecerrados observaban atentamente a Fuwa en la pantalla, y luego a Utsugi Taichi que caminaba a su lado.
Desde que le señalaron un comportamiento problemático hace tres meses en la escuela, ella continuaba en suspensión. Sin embargo, las restricciones impuestas por las normas no tenían ningún poder sobre ella, así que salió libremente. Quién hubiera imaginado que se encontraría en una situación como esta.
—¡Brillante!… ¿Quién es este chico?
Con las uñas bien arregladas, tocó a Taichi a través de la pantalla.
(El largo descanso parece estar llegando a su fin. Tal vez sería bueno volver ahora.)
La joven se movió de la cama al escritorio, sacó una hoja de papel arrugada de 400 caracteres que había sido escondida en lo profundo de su bolso, titulada “Ensayo de Reflexión”.
Debajo de las líneas cruzadas en el manuscrito, la chica escribió con rabia: “2do año, Clase 3 – Airi Naruna”.